09 octubre 2007

VIDEO Y MORALEJA

Hola compis.

De nuevo otro año, pero éste viene con muchas novedades: nuevo acceso, nueva normativa.... Todo nuevo, excepto que algun@s estamos de "revuelta" y otr@s han aterrizado por primera vez en esta "odisea" de oposiciones, pero a todos ya se nos empieza a notar la angustia en la cara.

Como parece que andamos un poquito "dormidos", vamos a intentar que nuestro blog sea un punto de contacto entre nosotr@s.

Buscando en Internet, he encontrado un video del Juez de Menores, Don Emilio Calatayud que, tal y como apunta, nos os podeis perder, ya que "con un verbo demoledor, este padre de familia nos da una lección magistral sobre lo que implica tener hij@s". Pinchad en: www.EmilioCalatayud.com

Y para empezar con ánimo, os dejo la historia de "Las ranitas en la nata" que una amiga me recordó justo en el momento que quise "tirar la toalla".

Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata.
Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas.
Al principio, las dos ranas patalearon, en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse.
Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: «No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril«
Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, más persistente o quizá más tozuda se dijo: «¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora».
Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.
Y de pronto.... de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la
nata se convirtió en mantequilla.
Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente
.

No hay comentarios: